


--Oiga jefecito, disculpe la molestia pero pues… este… es de que quería ver si usté podía pasar a echarme la mano con lo que viene siendo pues… este… un aumento de sueldo, ¿no? Mire, lo que pasa a pasar es que la escuela de mis hijos está cada vez más cara, mi esposa está esperando otro chilpayate y ahora con el doble no circula pues me tengo que venir al trabajo en Uber y me está saliendo re caro. Entonces pues… este… quisiera ver si fuese posible lo que le digo del aumento de sueldo. Hoy por mí, mañana por usté.
Palabras más palabras menos, esta es una figura muy cotizada por quienes aspiran a un aumento de sueldo. Es el recurso de quien cree que la empresa donde trabaja debería fungir también como fundación y dedicarse a amparar a sus empleados; o de quien cree que su jefe es una figura paterna a quien recurrir en tiempos de escasez o de dificultad. Pero hay todavía una peor, chécate “nomás”.
-Disculpe jefe, como usté sabe, llevo ya laborando dos años para esta empresa y considero que durante todo este tiempo he hecho mi mejor esfuerzo, he dado el 100% de mi capacidad y he realizado un buen trabajo. Por lo mismo quisiera pedirle un aumento de sueldo pues creo que me lo merezco. No sé usté que piense…
#Terror
Esta es la figura preferida de quien supone que un aumento de sueldo es una especie de bonificación, de propina, un premio por hacer el trabajo que a uno le corresponde.
Hmmmmm…
Ambas son maneras terribles de pedir un aumento de sueldo. En el primer caso porque no es responsabilidad de la empresa ni de tu jefe resolver tus problemas económicos. En el segundo caso porque ¡ya te pagaron por ese trabajo! Es decir, cuando te contrataron ellos estaban esperando precisamente ESO, que dieras el 100% de tu capacidad y realizaras una buena labor, ¿cierto? Y te ofrecieron un sueldo acorde a lo que esperaban de ti, ¿estamos de acuerdo? ¡Entonces no puedes llegar a regodearte por haber hecho lo que se esperaba de ti como pretexto para pedir un incremento en tu sueldo.
Entonces Pam, ¿qué es lo que sí debo hacer para ganar más?
La respuesta es fácil: APORTAR MÁS. Pero déjame planteártelo por pasos. Aquí te presento algunas ideas que ayudan y que te servirán como brújula en la gran búsqueda del tesoro prometido.
1.- Primero que nada sé sincero contigo mismo y pregúntate: ¿he hecho un buen trabajo?, ¿he dado al menos lo que se esperaba de mí?, ¿he ayudado a la organización a crecer?, ¿soy verdaderamente un aliado para mis jefes, pueden confiar en mí?, ¿agrego valor al equipo o a la empresa? Si tu respuesta es positiva, entonces vamos por buen camino. Si no, entonces aplícate a tu chamba, lúcete y después hablamos.
2.- La siguiente pregunta que debes plantearte es: ¿la empresa en la que trabajo está en un momento idóneo para pagarme más?, ¿es viable y realista lo que voy a pedir? Si la compañía está pasando por momentos difíciles entonces “hold your horses!” o lo que es lo mismo “aguanta vara”. No es el momento. Primero ayuda a la organización a salir del hoyo con tu trabajo y esfuerzo, ten cuidado con el Recuerda que la suerte es solamente aquello que ocurre cuando se reúnen la preparación y la oportunidad. Tú podrás estar preparado para el siguiente paso, pero en este momento no se presentará esa oportunidad, ten paciencia (ya sé, yo también alucino esta palabra, pero es TAN necesaria).
3.- Ahora, supongamos que los planetas y los astros se alinearon y tanto el punto 1 como el 2 son favorables, entonces viene la pregunta del millón: ¿qué plus o valor agregado puedo dar para ayudar a la organización a mejorar? Es decir, ¿qué extra estoy dispuesto a dar que justifique una retribución mayor? Ya sea una idea maravillosa, un proyecto, una solución… algo que requiera de ti una mayor inversión de tiempo o esfuerzo. ¿Te fijas? En ese caso, si tú vas a invertir un extra, la empresa podría considerar invertir más en ti.
4.- ¿Ya tienes esa idea clara? ¡Perfecto! Pide una cita con tu jefe directo primero, no te lo brinques. Vuélvelo tu aliado y emociónalo con esa maravillosa solución, hazle ver de qué manera él mismo saldrá beneficiado y cómo podrá lucirse a partir de lo que planteas. Asegúrate de dejar bien claro de qué forma TÚ eres imprescindible para esa operación. Cuéntale el “que” pero guárdate los detalles del “cómo”. Si logras entusiasmarlo, es momento de plantearle de forma clara que, puesto que este proyecto requerirá más de ti, quisieras un incremento en tu salario. Verás como, al estar justificado y sonar lógico, te costará menos trabajo pedirlo. ¿Sabes por qué? ¡Porque no estás pidiendo nada! De hecho, lo que estás haciendo es OFRECER. Y ante una buena oferta, el intercambio es inminente. Este punto consiste básicamente en cambiarte el chip, repite 11 veces este mantra: NO PIDAS, OFRECE.
5.- Otro aspecto muy recomendable es llevar algunas alternativas pues quizá no estén en la posibilidad de darte un aumento de sueldo como tal, pero podrían bonificarte de otra manera como, por ejemplo, un aumento en tus prestaciones, algún curso de capacitación que te interese, ¡hasta una maestría o doctorado! Así que llévate ese As bajo la manga y si te dicen “no” al aumento, les ofreces otra posibilidad que realmente sientas que haría valer ese trabajo extra.
Así que, con estos 5 puntos estás más cerca del tesoro que tanto buscas. No es infalible, por supuesto, pero es una manera persuasiva y mucho más asertiva de lograr lo que quieres. Además, el ser propositivo y proactivo, te hará quedar como alguien verdaderamente comprometido y, ¿sabes qué?, el compromiso sincero es uno de los valores que más escasean hoy, así que te volverás invaluable.
¡Hasta la próxima mis chulos y preciosos Godínez del mundo empresarial!

Sé PERSUASIVO
y consigue ese aumento de
SUELDO

CUIDADO ¡Estas
frases son PELIGROSAS!
De esas veces que estás en una conversación con un cliente, con tu pareja, tu cuñado o tu tío… Todo era perfecto hasta que dijiste “algo” que lo transformó en Hulk; a lo mejor su enojo no fue tan evidente pero automáticamente notaste que se echó para atrás, se cerró, dejó de verte, de sonreír, dijo que tenía algo pendiente y se fue.
Caput.
Se acabó la conversación y con ella, la venta o negociación que tanto esperabas cerrar.
¡¿Qué pude haber dicho/hecho mal?!
Bueno… Empecemos por descartar algunas de las siguientes frases que, normalmente, generan estados de ánimo desagradables en quien las recibe. Son frases que activan el mecanismo de defensa de la gente pues, de forma consciente o inconsciente, se sienten agredidos o humillados. Y, por supuesto, ¡nadie quiere estar con alguien que te hace sentir así!
10 frases peligrosas que debes evitar:
1.- “¿Me entiendes?”: ¿Crees que poner en duda la capacidad de alguien para comprender lo que estás diciendo sea buena idea? Yo tampoco. Mejor di: “¿Me explico?”, “¿Estoy siendo claro?”.
2.- “No estoy de acuerdo” o “estás equivocado”: Se vale no estarlo y se vale exponer tu punto de vista. Pero si empiezas anulando el de tu interlocutor, puedes tener la certeza de que inmediatamente él hará lo mismo con tus comentarios.
3.- ¿Cómo me dijiste que te llamas? Es equivalente a decirle algo como: “me diste tanta flojera cuando te presentaste por primera vez que ni puse atención a tu nombre”. Pero entonces, ¿qué hacer para recordar su nombre? Escucha con atención desde el principio. Repetirlo un par de veces te permitirá asegurarte de haberlo escuchado, asimilado y te ayudará a recordarlo más fácilmente. Por ejemplo: “Hola Juan, mucho gusto, yo soy Pamela. Oye Juan, y ¿qué te trae por aquí”.
4.- “Te lo dije…” o el trilladísimo: “No quiero decir te lo dije, pero te lo dije…”. Créeme, dejar a un lado nuestro ego y esa incesante necesidad de ser reconocidos, hará que le caigamos mejor a la gente. Además, él ya sabe que se lo dijiste. No te regodees en su sufrimiento, ten piedad.
5.- Cualquier frase sarcástica con quien no está acostumbrado al humor negro, puede ser altamente ofensiva. Si eres sarcástico, sé también prudente para saber con quién sí y con quién no. Ejemplos de comentarios sarcásticos hirientes:
-
Tú que todo lo sabes y lo que no, lo inventas…
-
Claro, como tú eres la señorita prudencia…
-
¿Y ahora? ¿Desde cuándo tan interesadito en el cine de arte?
6.- Generalizaciones de cualquier tipo: a nadie nos gusta sentirnos “del montón” ni encasillados en una generalización. Además, utilizarlas le restará fuerza a tus argumentos y te hará perder credibilidad. Mejor, sé específico y claro al comunicarte, y no lastimes. Ejemplos de generalizaciones comunes:
-
De plano TODAS las mujeres son iguales.
-
Claro, TODOS los hombres son unos patanes.
-
NUNCA me pones atención cuando te hablo.
-
SIEMPRE llegas tarde.
-
NINGÚN hombre es fiel.
7.- Restarle importancia a los sentimientos o argumentos de la otra persona:
-
Estás demasiado alterado para pensar con claridad.
-
Cuando estés más tranquila hablamos.
-
Estás exagerando.
-
Seguro es porque estás en tus días.
8.- Hay mucha gente que tiene la tendencia a repetir, sin sentido, a manera de muletilla, la frase: “Te voy a ser muy sincero…” antes de empezar a hablar. ¡Aguas! Podrían pensar que regularmente no lo eres.
9.- Frases del estilo: “¡¿Pero cómo se te ocurre hacer eso?!” o “¡¿Cómo?, ¿no se te ocurrió que podía pasar esto?!”. Mejor dile directamente: “eres un estúpido” porque finalmente obtendrás el mismo resultado.
10.- El chantaje emocional manipulativo de cualquier tipo:
-
Si realmente te importara, harías…
-
Claro, pero a tu mamá sí le cuentas todo…
-
No te preocupes, yo aquí ceno solo…
-
La típica de las mamás: “No te preocupes mijito, ya se comerá el perro el pollo que cociné toooooda la mañana”. O la de la abuelita de César: “¿No vas a venir a comer? ¡Pero hice albóndigas!”
En pocas palabras, la próxima vez que vayas a abrir la boca, primero pregúntate:
¿Cómo se va a sentir esta persona con mi frase o comentario? ¿Eso es lo que quiero generar? ¿Provocar ese sentimiento me será útil para lograr mi objetivo?
Ah, ¡y cuida tu lenguaje no verbal!


Sencilla pregunta que todos nos hemos hecho… la mayoría de las veces en silencio; y la respuesta, en una cantidad importante de veces es: “no”.
Antes de empezar, hagamos un ejercicio juntos: vamos a ver cuánto tiempo te dedicas a ti en una semana (en mi experiencia trabajando con personas de todos los niveles dentro de las organizaciones, la mayoría considera “tiempo para mí”, el tiempo que no tiene que ver con el trabajo; para efectos prácticos, dejaremos fuera otro tipo de obligaciones):
• En general, en Latinoamérica, la jornada laboral dura 8 horas diarias por 5 días a la semana (voy a usar esos datos como ejemplo): 8 x 5 = 40
• Si vives en una ciudad mediana, en promedio se toman 60 minutos de traslado entre casa y trabajo, también usaré estos datos: una hora de ida y una hora de regreso por día: 2 x 5 = 10
Ahora sí, empecemos:
Ahora sí, empecemos:
40 horas de trabajo a la semana
+ 10 horas de traslado a la semana
50 horas dedicadas al trabajo por semana
• Los estudios dicen que para que el sueño sea reparador, “debe” durar 8 horas, vamos a tomar esta cifra: 8 x 7 = 56 para este experimento, vamos a quitarle a la semana las horas que duermes.
¿Cuántas horas tiene la semana? 168 horas
168 horas de la semana
- 56 horas de sueño
112 horas de vigilia a la semana
¿Qué quiere decir esto? De entrada, sin considerar todos los momentos que fuera del trabajo “piensas en el trabajo” (a todos nos pasa) horas extra, trabajos los fines de semana y la larga lista que se te está ocurriendo: el 45% de tu vida en una semana, la vives dedicada al trabajo.
Gallup, empresa líder a nivel mundial en investigación y consultoría, desde el 2009, año con año ha llevado a cabo el estudio: “State of the Global Workplace” en 155 países: este estudio mide la eficiencia con la que empresas y naciones aprovechan el capital humano como fuerza productiva. Un dato que en este momento quiero traer a tu atención: sólo el 27% de los empleados en Latinoamérica están verdaderamente comprometidos con su trabajo.
Lo que te propongo que veas en este momento, es que 7 de cada 10 personas que trabajan a tu alrededor, dedica el 45% de su vida (tiempo dedicado al trabajo), a “cumplir” con lo que les toca hacer, siguiendo horarios, políticas y procedimientos (en el mejor de los casos), y demás andanzas que tienen que sortear para llegar al “feliz día de pago”, contando en el calendario los días que faltan para el siguiente “puente” -en México así le decimos a los fines de semana largos, resultado de juntar un día de asueto a los días de descanso-, y suspirando por el siguiente periodo vacacional; y así se pasan los días… y los años… y la vida: ¿qué crees que sucede en con la actitud, motivación y productividad del capital más importante de todas las empresas: EL CAPITAL HUMANO? ¡exacto!: sin darse cuenta, su experiencia dentro de la empresa se convierte más en una obligación que se va mecanizando y el subconsciente crea una necesidad de crear una “zona de confort” y seguridad.
Todo esto suena tan lógico y a la vez absurdo, que en el primer momento en que expongo esto en un taller o en un trabajo con ejecutivos, la primera reacción es de resistencia justificando con un “sí, pero…”, y detrás de esta justificación, surge la realidad: gran parte del tiempo dedicado al trabajo lo vivimos en automático, generando y acumulando malestares y frustraciones a las que nos acostumbramos por “sobrevivir”; las damos por hecho.
El dar por hecho esta manera de vivir -mejor dicho, “sobrevivir”-, sumado a estas respuestas automáticas es a lo que llamo “Inconsciencia laboral”, ese 45% de la vida la navegamos porque así tiene que ser (si en este momento te están llegando muchos “pero”, pensamientos que ponen en duda esta propuesta o incluso la niegan, estás listo para el taller de Empresas Conscientes).
Vivir así trae muchas consecuencias; una de ellas es asumir el papel de “víctima”.
¿Te suenan conocidas frases como: “no me llegó el mail”, “por culpa del tráfico llegué tarde a la junta”, “no me pasaron la información, por eso no tengo la propuesta lista”, -y muchas otras que seguro te vienen a la cabeza-: ése es el papel de la víctima: responsabilizamos a todo y a todos de lo que nos pasa y del porqué no podemos cumplir con nuestros compromisos.
Esta actitud es una respuesta natural a un proceso cultural y educativo (que no voy a abordar en este momento), lo que sí quiero compartirte es que la principal consecuencia de esta dinámica, es entregar a “esas fuerzas oscuras del universo que todo me echan a perder” mi posibilidad de ser parte de las soluciones; y que cada vez que una de estas “fuerzas” se presenta, acumulo más frustración y molestia.
En una ocasión, llegando a este punto, un ejecutivo de nivel medio, con una voz entre molesta y sarcástica dijo: “¡entonces estamos jodidos!” Afortunadamente la respuesta es “no”, salir de esa inconsciencia y pasar al lado de “ahora me doy cuenta y ahora puedo decidir diferente”, es de lo que trata la dinámica de “Empresas Conscientes”.
Si crees que en esto hay alguna lógica, algo te movió, o al menos te dio curiosidad, puedes encontrar más información, rutas de salida y material de apoyo en el Curso: Empresas Conscientes” disponible en la Academia de Comunicación Estratégica de Pamela Jean.

¿Trabajo en el lugar en el que realmente quiero trabajar?

Cuando eres líder de un equipo, hay veces en las que es necesario propiciar un escenario en donde tus colaboradores puedan sentirse más relajados y en confianza con la finalidad de aprovechar su lado creativo para encontrar la solución a un problema, hacer una lluvia de ideas, planear una estrategia, idear un nuevo producto, etc.
Está comprobado que cuando la serotonina -hormona de la felicidad- ronda nuestro cuerpo, nos sentimos más relajados y a gusto. A su vez, una mente relajada y feliz, abre las puertas a la creatividad y la habilidad para solucionar problemas. No es casualidad (al menos a mí me pasa muy seguido), que cuando estamos de vacaciones, relajados, pensando en la inmortalidad del cangrejo, de pronto se nos ocurren unas ideas maravillosas. ¿Te ha pasado? En cambio cuando estás abrumado con tu rutina diaria, preocupado y estresado, produces una hormona que se llama cortisol, la cual no te permite pensar claramente ni tomar decisiones tan inteligentes y asertivas.
De hecho, en muchas agencias de publicidad y empresas estadounidenses, hay un cuarto llamado “The Thinking Room”, es decir, “Cuarto Para Pensar”. En ese cuarto hay pizarrones, hojas, gises y plumones de colores, colchones en el piso para que puedas sentarte de manera más cómoda rompiendo con el protocolo de la oficina, música clásica -pues se ha comprobado que ayuda a pensar, ya que estimula ciertas zonas del cerebro que favorecen a la concentración-, incluso hasta incienso o aromaterapia. La gente entra ahí a desconectarse por unos minutos u horas de la rutina y los distractores, y conectarse con su lado creativo.
Pero bueno, independientemente de que quieras poner un Cuarto Para Pensar en tu oficina, hay cinco cosas que puedes empezar a hacer en aquellas reuniones creativas con tu equipo de trabajo:
+ Hazlo en un lugar neutral. Quizás fuera de la oficina. Si es posible rentar un salón en algún hotel o restaurante en donde puedan tener privacidad y no haya ruido, sería excelente por varias razones. En primer lugar, no existirá una asociación hacia el lugar que los predisponga a sentirse o pensar de determinada manera. En segundo lugar, nadie ajeno a la reunión entrará a distraerlos con algún pendiente de trabajo o alguna “urgencia” (que normalmente pueden esperar). En tercer lugar, un cambio de ambiente siempre es favorecedor para los procesos creativos.
+ Cuida el montaje del lugar. Por lo general, las mesas redondas ayudan a crear una percepción de igualdad de jerarquías, lo cual desinhibe a los participantes. No te preocupes, tu postura como jefe no se verá afectada con este ejercicio, ya que el objetivo de esta reunión es precisamente que no se sientan juzgados o calificados por ti.
+ En ese mismo sentido, ten cuidado con tus reacciones al escuchar. Si descalificas las ideas de quienes las exponen, ya sea con tus gestos o con palabras, la gente dejará de compartirte su forma de pensar. Limítate a escuchar y hacer preguntas. Espera al final para exponer tu punto de vista o postura. Escucha activamente a quienes hablan, eso quiere decir que involucres toda tu atención: míralos (no veas tu computadora o celular), toma nota si algo te parece especialmente relevante y pon al lado el nombre de quien lo dijo para que puedas retomar dándole su crédito, cuando expongas tu punto de vista. Asiente con la cabeza si escuchas algo valioso pues eso le dará confianza para profundizar en su idea.
+ Dales tiempo. Llega un poquito tarde, dales oportunidad de platicar entre ellos por unos cuantos minutos sobre cosas sin importancia, que se rían, que “cotorreen”, así se fortalecerá el vínculo y la conexión entre ellos, lo cual afectará más adelante lo cómodos que se sientan para exponer su percepción de las cosas. También tú relájate, no te pongas demasiado serio, no confundas seriedad con formalidad, un poco de humor y una sonrisa, generan apertura.
+ Procura un espacio. Cuida que el lugar esté bien iluminado, pero evita un exceso de luz blanca que los haga sentir demasiado observados, como ratones de laboratorio. Esa típica luz que te hace sentir que estás adentro de un refrigerador. Seguramente la ubicas.
+ Ocupa bien el tiempo. Dejen los celulares afuera y haz descansos cada hora y media para que puedan revisar pendientes, ir al baño o cubrir alguna necesidad.
+ Establece un código de vestimenta Casual de Negocios, deja de lado los trajes sastre y los colores muy oscuros. Un pantalón de vestir (seas hombre o mujer) y una camisa de algún color claro, son suficientes.
Recuerda que antes de reunir a tu equipo, debes hacerte una pregunta: ¿Qué quiero lograr y obtener de ellos con esta reunión? A partir de ahí, toma decisiones inteligentes y eficaces en torno al lugar, la hora del día, vestimenta y demás aspectos relacionados con la forma. Porque como bien decía Don Jesús Reyes Heroles, forma es fondo.

Cómo fomentar
la creatividad
en tu equipo
de trabajo

-¿Cómo andas de peso? -Me preguntó súbitamente la terapeuta que tiene unos meses dándome masajes. -¿Perdón? -Respondí extrañada con la pregunta. -Sí, es que siento que ya te tardaste en recuperar tu peso, te conocí embarazada y tenías más cintura que ahorita. #GULP No daba crédito, me quedé en una especie de shock, ¿en verdad me está diciendo esto? ¿Qué se contesta en estos casos? Me apresuré a responderle tratando de controlar la ira que, naturalmente, empezó a recorrer mis venas -Estoy trabajando en ello, recuperarse del segundo hijo no es tan fácil como lo es con el primero, apenas va a cumplir 4 meses mi bebé- y me fui.
Mientras caminaba hacia el baño con mi bata, todo tipo de pensamientos pasaron por mi cabeza: “¿qué le pasa?”, “es cierto, maldita maldición, tengo 5 kilos arriba”, “pero quién se cree para decirme eso si no le pedí su opinión”, “no tengo ni 4 meses de postparto”, “pero con Doménica (mi primera hija) a los 3 meses ya estaba en mi peso”, “no vuelvo a venir a masaje”, “seguramente quería venderme masajes reductivos, ¡vaya manera!, la voy a becar en mi curso en línea de Persuasión en Ventas, le urge”, “jamás me habían dicho gorda”, “¿estoy gorda?”, “¿me volverán a entrar mis sacos y mis pantalones?”, “¡a la fregada, me voy a comprar ropa nueva!”, “mejor no, voy a seguir usando mis sacos de antes que me aprietan para estar incómoda y motivarme a bajar de peso cada vez que intente subir los brazos y no logre pasar de los oídos como los bebés que no alcanzan a tocarse la cabeza, el otro día me pasó en un curso”, “pobres bebés, imagínate si les da comezón”, “me estoy desviando del tema… ¿en qué estaba?, ah sí, en que estoy gorda”, "qué poca que me dijo eso".
Hasta que llegué al espejo. Me quité la bata y me observé por unos segundos.
Aún invadida por una rabia que por segundos me generaba ganas de reírme de la situación y por otros ganas de llorar, me dije a mí misma: -Óyeme no, pero si yo me sentía bien conmigo misma, ¿por qué estoy sintiendo esto a raíz del comentario?, ¿en verdad le voy a ceder a esa mujer el poder de influir en mi autoimagen?, ¡sería absurdo!, cancelado cancelado lagarto lagarto, me opongo.
Me miré fijamente a los ojos en el reflejo del espejo como queriendo encontrar algo que no estaba pudiendo ver. Entonces, después de unos segundo me acordé de quién soy y paré en seco esas voces en mi cabeza que a manera de conjuros se disponían a convertirme en el tipo de mujer que no soy ni seré: aquella que se habla y se destroza a sí misma con una comunicación purulenta.
Le di un zape a la voz del amor propio que se me andaba atolondrando, volví a observarme en el espejo y puse mis manos sobre mi vientre. Le di las gracias por haber sido el nido perfecto para mis dos hijos. También agradecí a mis pechos que ya no están en el mismo lugar que antes, ¡y qué bendición!, porque me concedieron el gran regalo de la lactancia. Observé mis piernas y los “gorditos” en mi espalda y les agradecí con franca admiración la eficiencia y el esfuerzo para haberme sostenido y transportado con todo y mis chamacos durante tantos meses. Y así con cada centímetro de mi cuerpo mientras por mis mejillas rodaban lágrimas de gratitud (juro que no me fumé nada). Después le dije a mi cuerpo: -Gracias por ser mi aliado siempre, por triunfar conmigo en esta aventura de ser madre. Vamos a seguir trabajando juntos, ahora por vernos y sentirnos lo más saludables posible, pero no hay prisa, vamos poco a poco, vamos juntos. Te amo. En este momento recupero el poder para verme a mí misma desde mis ojos y no desde la mirada de los demás. Cerré los ojos, le agradecí a mi masajista en silencio y me vestí entre pequeñas risitas, como aquellas de una niña que se ríe consigo misma cuando se acuerda de sus travesuras.
Y luego pensé, ¡tengo que compartir esto! Porque sé que no soy la única sintiéndome así, hay tantos hombres y mujeres que necesitan trabajar en mejorar la comunicación más importante de todas:
La que mantenemos con nosotros mismos.


¡¿GORDA
YO?!


4
¡ERRORES QUE DEBES EVITAR SI QUIERES VENDER A TRAVÉS DE FACEBOOK!
1. Publicar puros anuncios. En un libro maravilloso que te recomiendo ampliamente, llamado Jab, Jab, Right Hook, aprendí que a la gente no le gusta que toda tu comunicación se centre en tratar de venderles algo. Lo que el libro sugiere es algo que explica a través precisamente de la analogía de lo que haría un boxeador: primero debilita a tu víctima a través de jabs bien puestos para después tirarla a la lona con un gancho al hígado o “right hook”, sin los primeros golpes, el último no será fulminante. Ojo, no que veas a tu público en Facebook como víctimas ni que quieran hacerlos pomada, ehem… pero es una simple metáfora. En pocas palabras, lo que primero debes hacer es darles algo de valor: información, regalos, posts que generen emociones (por ejemplo, que los hagan reír). Después de tres jabs o publicaciones en donde ellos reciban algo sin que tú les pidas algo a cambio, entonces puedes subir un cuarto post anunciando algo o pidiéndoles que te compren o contraten. Un público agradecido por toooodo lo que les diste, será más propenso a comprar.
2. No pautar. ¿Qué es la pauta? Es la inversión económica que haces para que tu publicación se convierta en publicidad. ¿Por qué te conviene hacer esto? Sencillo. Porque si no MUY poca gente va a leerte. Ojo con esto: aunque tengas 321 mil seguidores en tu página de Facebook, no quiere decir que esos 321 mil van a ver lo que publicas. En realidad, cada post tuyo llega por default a solamente un 10 o 15% de tu público si no pautas. Cuando inviertes aunque sea una módica cantidad, entonces Facebook hace que tu publicación llegue a un porcentaje mayor de tus seguidores, y si definiste bien tu target (es decir, las características del público al cual quieres llegar) y tu contenido es atractivo y valioso, entonces la gente interactuará con él Facebook hará que llegue a más gente aún sin necesidad de hacer una segunda inversión para la misma publicación. ¡Vale toda la pena! Además, pautar en Facebook no es nada caro, es accesible para todos los bolsillos y es una gran oportunidad para las PYMES de publicitarse. Al ingresar diferentes presupuestos en el momento de programar tu anuncio, la plataforma solita te dirá a cuántas personas podría llegar tu contenido con esa inversión. Pero, repito, el dinero no lo es todo, si no trabajas en hacer tus contenidos valiosos, estarás tirando tu dinero a la basura. ¿Por qué? Eso me lleva al siguiente error.
3. Poner demasiado texto en tus publicaciones. Si abusas del texto en las infografías o visuales que publiques, Facebook las rechazará aunque quieras invertir 4 millones de pesos en la pauta. Esto es impresionante, Facebook le da mayor valor a que tu contenido sea atractivo y valioso para generar una experiencia positiva en los usuarios de la plataforma, ¡que a ganar dinero! Por eso cuando intentas pautar, Facebook manda tu anuncio a revisión, y ahí es a donde deciden si le entran a tu propuesta o no. Uno de los parámetros que más toman en cuenta, es que la imagen tenga la menor cantidad de texto posible porque, pues porque una imagen dice más que mil palabras. Tip: el texto ponlo en el copy, que es aquello que escribes en el recuadro de cada publicación antes de adjuntar tu video o imagen. Igual, tampoco abuses, un texto muy largo podría darle flojera a la gente. Tres párrafos cortos (de 2 a 4 líneas) son un buen límite. ¡Usa emoticons para hacer el texto más atractivo! Todo esto hará que la gente interactúe con tu publicación con likes, comentarios y también la comparta. Al Facebook ver mayor nivel de interacción, automáticamente interpreta que tu publicación es atractiva y entonces le da mayor rendimiento a tu inversión inicial para hacer el post llegar a más gente.
4. Pensar que con una campaña de Facebook para anunciar un producto o servicio, vas a vender muchísimo. No me malinterpretes, Facebook es una gran plataforma para vender, pero debes hacer las cosas bien. Además de seguir los puntos anteriores, recuerda que una red social depende de la reputación porque ésta genera credibilidad y confianza. En realidad, las plataformas digitales y las campañas tienen el objetivo de posicionarte en la mente del consumidor, de hacerle identificar que tiene una necesidad o problema que tú puedes cubrir o solucionar, y entender que eres el aliado ideal. Entonces, entre más te vean y te lean, más te tendrán presente y eso hará que eventualmente te compren o contraten. Así que, piensa en tu inversión a mediano o largo plazo, ¿en esa ocasión no vendiste? ¡No te preocupes! No perdiste tu dinero. En realidad lo invertiste en posicionamiento. Algún día lo recuperarás con creces. Ten paciencia y sigue invirtiendo. Recuerda que para la gente “más vale malo bueno por conocido que bueno por conocer”
Descubre todo lo que puedes hacer para convertir las redes sociales en tus aliadas para vender más y mejor, con el curso Redes Sociales para tu negocio que podrás tomar en línea en nuestra Academia


El correo electrónico puede ser un gran aliado, pero también un gran enemigo si no sabemos utilizarlo con prudencia y de forma inteligente, por eso quiero compartirte algunos puntos clave para sacar el mejor provecho de esta herramienta.
¿Cuándo sí usarlo?
-Cuando quieres que el destinatario pueda acceder a la información una y otra vez.
-Muy conveniente para resumir los puntos abordados, hacer una minuta o una agenda de responsabilidades después de una reunión de trabajo.
-Gran aliado para enviar datos importantes que deben ser recordados y permanecer accesibles, después de una llamada telefónica. Por ejemplo: dirección, horario de la cita acordada, nombres de los asistentes, requerimientos, datos de contacto, etc.
-Indispensable cuando necesitamos contar con la confirmación, el aval, la aprobación o aceptación por escrito de algún término o acuerdo. En este mismo sentido, será una herramienta muy útil para delegar responsabilidades.
Al hacerlo asegúrate de solicitar que la otra persona te responda el correo confirmando la recepción del mismo, de esa forma, si tuvieras más adelante cualquier complicación, puedes usarlo como prueba que sustente tus argumentos.
¡CUIDADO! Nunca contestes un correo confirmando de recibido sin antes haberlo leído y habiendo estado de acuerdo con el contenido, ya que decir “confirmo de recibido” puede malinterpretarse como un “estoy de acuerdo”.
¿Cuándo no usarlo?
-Cuando se trata de algo urgente. Toma en cuenta que los correos pueden irse al buzón de Junk Mail o Spam y tú no darte cuenta de ello, eso podría hacer que te quedes esperando una respuesta que nunca llegará. Igualmente, toma en cuenta que tu destinatario recibe tantos correos al día entre basura, promociones, asuntos de trabajo, personales, etc. que tu mail podría traspapelarse y perderse. Otras veces, la gente suele leerlo y postergar la respuesta para un momento más oportuno, que a veces se olvida y nunca llega. Por eso, lo primero que debes hacer es: ¡no tomarte personal el no recibir respuesta! Antes de hacerte harakiri inventándote historias de terror sobre lo que supuestamente está pasando en la mente de tu interlocutor como: “no le importó”, “ya no me quiere”, “no le intereso”, “es un grosero”, etc. te recomiendo que le envíes un mensaje a su celular o hagas una llamada para avisarle o recordarle que le enviaste un correo electrónico del cual esperas respuesta ya que es muy importante. Así que, cuando envíes un correo importante o urgente, informarle a la persona a través de otro medio más inmediato, podría ser una gran opción.
-También evita utilizar el correo para reclamarle algo a alguien, para señalarle a una persona sus errores, para decir lo que no te gusta o no quieres, etcétera. En pocas palabras, evita los correos para asuntos difíciles de tratar, para dar negativas o para tratar temas sensibles. ¿Por qué? Son varias las razones:
1. La persona puede malinterpretar el tono o el sentido del correo y adecuarlo a la manera en que se siente en ese momento. Así, algo que quizás tu escribiste con toda la tranquilidad y ecuanimidad del mundo, el otro puede leerlo con tono de enojo, reclamo, chantaje o queja. Recuerda que, aproximadamente, el 80% del contenido de un mensaje es no verbal, esto quiere decir que lo que hagas con tu cuerpo, tu voz y tus gestos mientras lo dices, será más importante y determinante que el contenido mismo. El lenguaje no verbal influirá enormemente en la manera en que tu mensaje sea percibido por tu interlocutor y, de esta forma, en la actitud que éste tome ante tu comunicado y la conducta que lleve a cabo a continuación.
2. Cuando envías temas sensibles por correo electrónico, te pierdes la retroalimentación del otro. No sabrás cómo lo está tomando, de qué manera le está afectando, si está o no de acuerdo, si se enojó o se puso triste a raíz de tu mensaje, si lo tomó bien o mal… ¡y esto es importantísimo para ti! Sencillamente porque si tuvieras a esa persona enfrente, podrías ir ajustando tu mensaje según sus reacciones.
3. Dicen que a las palabras se las lleva el aire… y pudiera ser, pero solamente cuando las articulamos de viva voz. Sin embargo, cuando las ponemos por escrito, quedan tatuadas de por vida, dándole a la otra persona la posibilidad de leerlas y releerlas una y otra vez. Y el riesgo de esto es que cada vez que relea tu correo, volverá a generar el cocktail de emociones desagradables en su interior haciendo crecer más su enojo, disgusto, tristeza, etc. Así que, si has de decir algo que sepas que generará emociones molestas en tu interlocutor, asegúrate de hacerlo de forma presencial, prudente, con tacto, cuidando la forma, leyendo su respuesta entre líneas, escuchando sus silencios, pero sobre todo, hazlo de manera breve, concisa y específica. En pocas palabras: Di lo que tienes que decir, escucha su respuesta, negocia y soluciona las cosas, y pasa a lo que sigue sin mirar atrás. Así que, por favor, ¡no uses el correo electrónico para estos fines!
OJO: Si no te queda de otra y tienes que hacerlo a distancia, puedes elegir siempre una videoconferencia en donde ambos puedan verse y escucharse.
-Nunca envíes un correo si estás alterado emocionalmente. Espera a que se pase la impetuosa emoción, que esos bioquímicos en tu cuerpo que no te dejan pensar con la cabeza fría se reabsorban. Eso te ayudará a ser asertivo. Además, así te ahorrarás la pena (muy frecuente, por cierto) de desahogarte en el papel sin cuidar tu mensaje y ponerle “enviar” a algo de lo que después te arrepentirás.
Otras consideraciones:
Cuida tu imagen y tu reputación. A través de un correo electrónico dejas entrever muchos aspectos de tu personalidad y tu capacidad. Un correo mal redactado puede hundirte y generar una pésima impresión, así que toma en cuenta estas recomendaciones:
-Tu ortografía debe ser IMPECABLE. Tómate el tiempo para releer varias veces lo que enviarás. Puedes escribirlo previamente en una hoja de Word para tener una primera referencia del autocorrector (por favor no confíes demasiado en él, recuerda que esta herramienta no distingue el contexto y no sabrá si estás usando la palabra “ves” referente a “ver algo” o la palabra “vez” que hace alusión a una “ocasión”.
-Procura no utilizar siempre las mismas palabras, demuestra un vocabulario amplio ya que esto hablará bien sobre tu preparación y cultura. No repitas el mismo término una y otra vez, utiliza sinónimos. Te recomiendo esta página (también puedes descargar la App en tu teléfono inteligente o tablet) que te servirá para revisar ortografía, para encontrar sinónimos y antónimos, y para traducir las palabras a distintos idiomas: www.wordreference.com ¡Es maravillosa!
-Sé breve y claro. Cuida la estructura, ten máximo 2 o 3 mensajes clave por mail, dale un orden lógico a tu mensaje y evita redundar.
-Utiliza espacios, signos de puntuación, negritas, mayúsculas, ¡incluso colores! (no más de 3 por correo, ya tomando en cuenta el negro). Así lograrás que tu mensaje sea más atractivo, fácil de leer y de recordar.
Finalmente recuerda que, un correo electrónico habla por ti, pero también de ti. ¡Cuida lo que en él envías pues quedará grabado para la posteridad!


ANTES DE ENVIAR UN CORREO ELECTRÓNICO,
¡TOMA EN CUENTA
ESTO!

¿QUÉ SI Y QUÉ NO POSTEAR
EN LAS REDES?
Disque muy mileniales y muy tecnológicos, pero después de todo no somos tan distintos a nuestros ancestros de las cavernas en la manera en que nos comunicamos. Déjame que te explique…
Nuestros tataratataratatarabuelitos que vivían en las cuevas, se comunicaban entre sí a través de dibujitos tallados con cinceles o pinceles improvisados y pintura, en su mayoría vegetal; a estos dibujitos les llamamos “jeroglíficos”. ¿Ya te acordaste? Básicamente a través de ellos expresaban y desahogaban sus emociones: alegría, ira, tristeza, miedo, etc; también los usaban para documentar sus descubrimientos, pensamientos y aquello que aprendían con el fin de poder dejar dicho legado a futuras generaciones. Quedaban ahí tatuados en la tierra para la posteridad.
¿Ya te habías dado cuenta que eso es exactamente lo mismo que hacemos hoy a través de las redes sociales?
Nada más que en lugar de jeroglíficos, hoy les decimos “emoticons”, “memes”, etc. Incluso, habría que recordarle a varios de nuestros jóvenes que detrás de sus jeroglíficos actuales del estilo: “ola ke ase”, “aki nomás”, “t kiero”, “nunk kmbies xfis”… existió alguna vez una lengua romance elegante y profunda.
Pero bueno, muy en el fondo, aunque ya no escribimos con cincel en los muros de las cuevas; lo hacemos a través de teclas en los muros digitales de nuestras redes sociales como Facebook, Instagram, Twitter, etc. Precisamente con los mismos fines: desahogar nuestras emociones, compartir lo que nos sorprende, hacer alarde de nuestros descubrimientos, filosofar sobre la vida, etc. Y, valga la comparación, hay que empezar por recordarte que todo lo que subas a estos muros digitales quedará también tatuado para la posteridad, todo eso hablará de ti cuando te mueras; pero lo más importante es que TODO ESO habla de ti ahora que estás con vida, y tu manera de utilizarlos puede ser determinante en las decisiones que los demás tomen sobre: contratarte para ese trabajo, comprarte ese producto, contratar tu servicio, darte una primera cita, o no. ¡Así que aguas!
Aquí te dejo algunas ideas que ayudan sobre lo que debes cuidar al “postear” algo en las redes:
1-. Una de las máximas de la mercadotecnia y la publicidad es: “proyección es realidad”. Esto quiere decir que no importa qué tan maravilloso creas que eres, si no eres capaz de proyectarlo y que los demás lo perciban, entonces no lo eres… O al menos no en la realidad social en que todos necesitamos de todos para alcanzar nuestros objetivos, y que para conseguir esas alianzas necesitamos hacer sentir a los otros que valemos la pena, que somos honestos, que somos confiables. Nuestras redes hablan de nosotros y sientan el precedente de lo que la gente va a encontrar cuando nos conozcan, de esta manera crean prejuicios y expectativas positivas o negativas. Así que si eres de los que “postean” lo desgraciados que son en esta vida, si utilizas las redes para desahogar sentimientos negativos, ¡no lo hagas! ¿Quieres otra razón? Lee el siguiente punto.
2-. Está comprobado que a la gente le gusta estar cerca de gente feliz. Ojo, no dije “exitosa económicamente” o “con un gran puesto” o “con el abdomen marcado y músculos de Schwarzenegger”, dije FELIZ. Y como dato curioso, México ocupa el puesto número 16 de los países más felices del mundo, de acuerdo con la Organización de Naciones Unidas (ONU). Así que si no tienes nada feliz que expresar, mejor muérdete la lengua y no postees, porque tus amigos podrían querer dejar de ser tus amigos si lo único que obtienen de ti cada vez que actualizan sus redes son quejas y lamentaciones. Esa estrategia de “voy a hacer que la gente se acerque a mí aunque sea por lástima” resulta patética, mejor provoca que se acerquen a ti por admiración, respeto o por el simple gusto de disfrutar la vida junto a alguien que sabe hacerlo.
3-. Si te sientes triste, ¡acude con un amigo! ¿Te acuerdas de esos tiempos en los que solías desahogarte con tu mejor amigo, amiga o compa en un café o en una conversación telefónica de horas? Numerosos psicoterapeutas y psicólogos dicen que una de las principales causas de depresión hoy en día es que esta práctica se ha perdido y que, quienes tienden a desahogarse en redes en lugar de hacerlo con personas de carne y hueso, desarrollan mayor propensión a la depresión.
4-. No confíes demasiado en el DELETE ni en la posibilidad de eliminar los textos e imágenes que subes en las redes. Así como los jeroglíficos quedaban tatuados en la tierra, lo que subas quedará tatuado en la red. Una vez publicado, el contenido deja de ser de tu propiedad ¡aún cuando lo borres! De hecho, organismos de investigación y algunas compañías de recursos humanos recurren a redes como FB para tener acceso a lo que ya borraste y, como diría el lobo de Caperucita Roja: “verte, olerte y oírte mejor”.
¡Hasta la siguiente semana! Por cierto, ¿ya me sigues en las redes sociales? ¡¿Qué demonios esperas?!
